martes, 7 de diciembre de 2010
Repente anocheciente
Cual brazo de ahogado un rayo de sol emerge agónico entre nubarrones cancerosos, algún niño grita las 6 y 12, mientras el silbo monótono del afilador rebota en mis oídos hasta golpear, aun vibrante, el cristal de aquella ventana. Una mujer sale, armada de un gran cuchillo de cocina y una pequeña tijera plateada, tras sus piernas una niña asoma su carita manchada de esperanza y de una sonrisa timida adormece el sol que hunde su último esfuerzo en el mar viendo esos ojitos de aceituna imperdonables.
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