Han vuelto tus mejillas, y con ellas, yo, a gozar del insomnio y de otros demonios, predicadores luminosos de tu sonrisa. Aún así le rezo a tus dioses y a los mios para que me libren del delirio.
Eso es lo que se llama ser-presa del amor (y naturalmente sus demonios).
Los demonios en las antiguas (cosmo)visiones, eran lo mas propio de cada uno, lo mas profundo. Lo que se emparentaba mas que nada con nuestra propia esencia. Por eso, fueron demonizados (los demonios) con los imperativos cristianos, a fin de volver universal el dios uno y trino. Pero este comentario que opaca la belleza del poema (perdón por eso), solo intenta apreciar que es sumamente importante invocar a nuestros demonios (y a los ajenos) a fin de conectarnos con aquello que nos es esencial (y recobrar el equilibrio perdido en el delirio). Saludos.
Los demonios son lo propio, y es hermoso que lo ajeno pueda despertar de tal manera lo propio. Gracias por pasar Valentin, de ningun modo lo opacas, al contrario le das luces que ni yo veía.
Eso es lo que se llama ser-presa del amor (y naturalmente sus demonios).
ResponderEliminarLos demonios en las antiguas (cosmo)visiones, eran lo mas propio de cada uno, lo mas profundo. Lo que se emparentaba mas que nada con nuestra propia esencia. Por eso, fueron demonizados (los demonios) con los imperativos cristianos, a fin de volver universal el dios uno y trino.
Pero este comentario que opaca la belleza del poema (perdón por eso), solo intenta apreciar que es sumamente importante invocar a nuestros demonios (y a los ajenos) a fin de conectarnos con aquello que nos es esencial (y recobrar el equilibrio perdido en el delirio).
Saludos.
Los demonios son lo propio, y es hermoso que lo ajeno pueda despertar de tal manera lo propio. Gracias por pasar Valentin, de ningun modo lo opacas, al contrario le das luces que ni yo veía.
ResponderEliminarUn abrazo.